sábado, 22 de octubre de 2016

Película 10 EL MAESTRO DE ESGRIMA



     Hacía mucho tiempo que no veía la película, del libro hace todavía más. Me pasa con las películas basadas en las novelas de Pérez-Reverte que siempre he tenido grandes expectativas y luego casi todas han sido un "quiero y no puedo". No es que algunas no me gustaran; Alatriste de Díaz Yanes, con todas las faltas y sobras que tiene, la vi en el cine cuatro veces y en mi casa más de lo que manda el sentido común, para no creer que uno está en el Siglo de Oro cuando pasea por Madrid. Sin embargo, la adaptación que no ha sido floja, es que era deleznable (La Tabla de Flandes).
     Tal vez, La novena puerta de Polansky (basada en El Club Dumas de AP-R), puede ser una que esté por encima de las demás, aunque el final... en fin, vaya castaña de final.

     Retornando a El maestro de esgrima, que la he vuelto a ver en TVE 2, previo debate sobre el cine de aventuras, con Carlos Saura, Pedro Olea y otros directores, me ha redescubierto la mejor adaptación al cine de las novelas de AP-R y también me ha recordado al libro... y eso es lo mejor, porque el libro fue el primero que leí del escritor de Cartagena, y ahora, mirando desde el dos mil dieciséis a aquellos primerizos años noventa, puedo afirmar también que la historia de Jaime de Astarloa y de Adela de Otero, es posiblemente la mejor novela de AP-R, con permiso de Un día de cólera y algunos Alatristes (El puente de los asesinos me parece genial).

     La película se fundamenta según mi opinión en dos pilares muy resistentes: la fidelidad al libro y la recreación histórica. Y creo que ambos aspectos se asientan en el acierto total con los actores elegidos. Es decir que gracias al buen hacer, tanto de Omero Antonutti (Jaime de Astarloa), Assumpta Serna (Adela de Otero), en los personajes principales; así como Miguel Rellán (Agapito Cárceles, un periodista revolucionario) o José Luis López Vázquez (el comisario), en secundarios que aportan mucha verosimilitud al relato filmográfico; creo, como digo, que este puñado de actores logran ambas cosas: respeto al libro y eso que tanta falta le hace a una película histórica: verdad, que nos transmita verdad. Que nos creamos que estamos abriendo una ventana en el tiempo y estamos entrando en el siglo XIX español, en el caótico año 1868 español. Y lo logran.

     Omero Antonutti me parece que nació para hacer este papel; tras leer el libro, estás viendo salir de sus páginas, caminando, estirado y elegante al actor italiano. Es un personaje galdosiano, sin la caricatura de don Lope en Tristana, pero con muchas cosas en común.
     Assumpta Serna está muy al punto en el papel: delicada pero firme, grácil pero violenta... además ha contado Pedro Olea, entre risas mailciosas, que la actriz y Omero se llevaban fatal, no se aguantaron durante el rodaje, cosa de la que estaba encantado. Hay una escena especialmente buena, que ella borda espléndidamente, pero no puedo descubrirla aquí.
     Miguel Rellán sabe sacarle chispas a ese periodista nervioso, revolucionario y chillón, pero sin caer en la parodia. Creo que es uno de nuestros mejores actores.
     Y José Luis López Vázquez... viéndolo en esta película se me va confirmando el cuento de que esos actores de la supuesta españolada son menores, o que sólo sabían hacer comedia. De eso nada. Hace comisario de época, bien hecho y vuelvo a lo importante: el ser capaz de hacernos creer que estamos ante un policía de esa época. Impresionante.

     Gracias a TVE, por programar buen cine español en esta noche de otoño del dos mil dieciséis. Parece mentira.

viernes, 5 de agosto de 2016

Película 09 LA NOCHE AMERICANA

     
       
          El director Ferrand (François Truffaut) es como la estrella de ese sistema solar sobre la que giran todas las personas que trabajan en una película: actores, maquilladoras (en la película no hay maquilladores, no porque crea que todas sean mujeres), regidor, etcétera

          Habré visto más películas basadas en rodajes de otra película, pero la que más presente he tenido mientras he visto esta, ha sido "La mujer del teniente francés". Es de admirar la película que hizo Truffaut, donde nos enseña el interior de un rodaje: la dificultad de que la toma de una escena quede bien hecha, el difícil equilibrio emocional que se ha de dar para que todas las piezas encajen, la fortaleza y serenidad del director... y algo que me ha gustado especialmente: Truffaut hace un homenaje a aquellas personas que tiene cerca y son sus pilares, los que logran que los escenarios sean perfectos, los que tienen a punto el vestuario, los que se quitan horas de sueño para que todo funcione (aquí tenemos que destacar a la chica rubia, creo que una regidora maravillosa, que no duerme para ir al aeropuerto a por el vestuario que por equivocación estaban trasladando)...
          Ya admiraba a Truffaut por todas esas películas que hemos visto y nos han hecho disfrutar con la elegancia, el fino humor, la aparente frivolidad, las historias bien contadas, hasta meter al espectador en la piel de Jean Pierre Leaud (yo realmente descubrí a este director con "Las dos inglesas y el amor", una película de esas que no hace falta decir a nadie lo que ha sentido uno viéndola. Cuando terminas de verla, te sirve el silencio y la calma como confidentes de esa poesía que estaba en el aire del filme). 

          Una escena imborrable (entre tantas): con una música bien elegida, que surge de manera cómica y es melancólica finalmente , le traen al director un paquete de papel marrón con libros: y él, corta con las tijeras la cuerda de bramante blanco, y deja caer como si vertiera un tesoro sobre la mesa libros sobre Hitchcock, Godard, Buñuel... 

          La película es un homenaje al mundo del cine. Del cine de antes.

viernes, 29 de julio de 2016

Película 08 DALLAS BUYERS CLUB

          

           Hacía mucho tiempo que no me tenía una película pegado a la pantalla ciento doce minutos, bendito Matthew McConaughey  (Ron Woodroof en la peli). La verosimilitud de una película es todo; recordaba yo las sabias palabras de José Sacritán cuando hablaba de su oficio en la Fundación Juan March, y el porqué de la gente para meterse a ver un teatro, es decir, pagar su entrada y perder dos horas de su tiempo en ver un teatro. Y apelaba a que esas personas sentadas en su butaca estaban creyendo que el que salía a escena dejaba de ser ciudadano Sacristán para convertirse en otra persona, en un personaje, que debía intentar rozar el milagro de la creación, de Ser otro.

           Recuerdo las noticias sobre la pérdida de peso de McConaughey para encarnar a Woodroof, la verdad es que es impresionante verlo. Pero no basta con quitarse peso, ahí vemos una interpretación muy buena... transmite perfectamente la desesperación, y esa mezcla entre la extrema fragilidad de un hombre profundamente enfermo y el nervio restallante del que llega al límite cuando ve la vela quemarse por los dos extremos a mucha velocidad.

          Escenas impagables: (si usted, amabilísimo lector, no digo desocupado porque sin juramento me podrá creer, no quiero equipararme con Cervantes... como decía, lector, si no ha visto la película, hay muchas más pero yo sólo traigo dos) Escenas impagables, decíamos: cuando están en el supermercado Ron Woodroof (McConaughey) y su socio Ryon (Jared Leto), y se encuentran a un ex-amigo de Ron (lo dejan de lado sus antiguos amigos cuando se enteran que tiene sida). Cuando ve el ex-amigo con quién va Ron se empieza a reír... entonces Ron presenta a ambos, y Ryon tiende la mano al ex-amigo, pero éste se ríe y se da la vuelta. Entonces Ron le coge por la espalda, con un brazo en el cuello y el otro se lo inmoviliza, dejándole una mano libre, "¡dale la mano!" le grita Ron... el ex-amigo se la da de mala gana a Ryon. 
Otra escena brutal es cuando la doctora Eve (Jennifer Garner), se quita la venda de los ojos, e intenta colgar el cuadro de las flores de texas, pintado por la madre de Ron (éste se lo ha regalado en una cena que tienen). Cuando está intentando clavar un clavo en la pared, se da en un dedo, y es le chispa que hace explotar lo que venía reconcomiéndole todo el tiempo, la inutilidad de los tratamientos de su hospital y la certeza del engaño de las farmacéuticas... entonces empieza a golpear con rabia la pared con el martillo, y cuando ha dejado tres huecos como disparos de trabuco, cuelga de cualquier manera el cuadro, acaba de comenzar su mirar las cosas como son, y no como se plantean en su centro de trabajo.

           Esa entrega de dos estatuillas a McConaughey (mejor actor) y Leto (mejor actor secundario) son merecidas. 
          Peliculón, un aplauso.

sábado, 27 de febrero de 2016

CABALLO DE PICA (TVE, 1974)

          Caballo de pica forma parte de una "serie dramática dedicada a la difusión de relatos de notable valor literario, pertenecientes a la literatura española y universal", según explica la propia página de Televisión Española.
http://www.rtve.es/alacarta/videos/cuentos-y-leyendas/

          El mediometraje al que nos referimos, Caballo de pica, está basado en un relato de Ignacio Aldecoa, editado en 1961 por la editorial Taurus.



Se puede ver aquí el telefilm:
http://www.rtve.es/alacarta/videos/cuentos-y-leyendas/cuentos-leyendas-caballo-pica/3377399/

          El protagonista es un torero retirado de los ruedos, Pepe el Trepa , pobre, y que tampoco se puede permitir dignidad, él que tan altivo aparenta con una copa de fino en la mano. Manuel Zarzo  interpreta, domina, el papel, metiéndonos en la taberna de azulejos castizos (nos recordará a la serie Juncal que más tarde realizará con Paco Rabal), en la España de José Gutiérrez-Solana, en la ruindad que mira el perro de Goya cuando se asoma a nuestra alma en las Pinturas Negras, el mismo mirar de los ojos del torero saliendo de la plaza, después de una tarde de fracaso en el albero, y se encuentra con el sacrificio de un caballo de pica que ya no sirve, "contigo no me hace ninguna gracia" le dice el dueño al caballo que lo sujeta en suelo, en una escena llena de patetismo, mientras Pepe El Trepa se queda mirando la escena, mirándose a sí mismo en ese caballo al que van a descabellar, "ya no sirves para nada", continúa el hombre que ya prepara el cuchillo, "cuando un caballo viene a parar a la pica por algo será, digo yo", frase a mitad de camino entre la broma y la tragedia, tan sencilla, tan trascendental, tan mirar al vacío, que encierra toda la filosofía del relato y de la película; "y cuanto antes aviemos mejor", el hombre pone un oscuro énfasis en ese mejor, y vemos la escena que explica el título: un brazo armado de un cuchillo, que se hunde en la nuca del caballo. A continuación, la tela que cubría los ojos del caballo, se dobla y deja al descubierto la mirada de incomprensión, de auxilio, de un único ojo, que pugna por abrirse por última vez ; ahí sentimos el sobrecogimiento que nos quiere hacer llegar Aldecoa (y que el director consigue) y la contradicción que hay entre el término taurino "caballo de pica", caballo del picador; y por el contrario la escena del triste descabello del animal que han sujetado contra el suelo.

          Me ha recordado este telefilm a la película Calle Mayor, no por el tema, sino por la carcajada negra que resuena en todo el tiempo por detrás de las imágenes, hasta que se hace evidente en el grupo ese de españoles, que en ambas películas ríen abriendo mucho la boca, enseñando todos los dientes, cuando ven la desgracia, y desde nuestro sillón, nos movemos incómodos porque no nos gusta vernos así, tan desnudos, con tanta desgraciada verdad, en un espejo, y entonces pensamos que todos somos el caballo de pica de Aldecoa, cuando le dice el bruto del amo "cuando un caballo viene a parar a la pica por algo será, digo yo". Así de triste y de fácil. Hoy que somos tan modernos, despojados de toda esa tecnología y todo ese plástico que nos rodea y nos disfraza, qué cerca estamos de ese grupo de hombres atolondrados por el alcohol, enseñando los dientes cuando ven a alguien caer.


domingo, 10 de enero de 2016

Película 07 LA MIEL




          REPARTO, PERSONAJES PRINCIPALES

     Don Agustín (José Luis López Vázquez): Vive con su hermana y trabaja como seglar en un colegio religioso, en la película no queda muy claro si sale del seminario por que le gustaban mucho las mujeres o porque debía irse a vivir con su hermana con motivo de quedarse viuda. Borda el personaje, aunque aclaro que a mí el gesto ese un poco exagerado de López Vázquez casi nunca me ha molestado. 

     Inés (Jane Birkin): No sé cómo no hizo más películas junto con López Vázquez, es una mezcla genial. Lo más fácil sería decir que es como juntar a Torrente con una tía buena; es un poco simple pensar así, pero es más fácil eso que buscar matices de ambos personajes, porque ni López Vázquez llega al demasiado evidente personaje ramplón, ni Birkin es la rubia despampanante sin cerebro; muy al contrario: es una señorita afrancesada, una cocotte elegante, valga la redundancia. Hay otras sensibilidades y un humor más fino que el burdo de la saga de Santiago Segura.
     
     Paco, Paquito (Jorge Sanz): Es la primera película de Jorge Sanz, y es muy curioso algo que anuncian al principio de la película, junto al nombre de los actores y el título de la propia película: "La presentación cinematográfica del niño Jorge Sanz", por delante de "Y la colaboración de Agustín González". Me resulta curioso porque no he visto en otras películas ese bombo y platillo para anunciar la participación de un niño actor, aunque tal vez sí y a mí se me haya pasado, y sin embargo en este caso no, porque siempre me ha caído bien Jorge Sanz. En un principio parece que va a interpretar el papel típico de gamberrete, luego le vamos cogiendo cariño y se adapta a las escenas entre López Vázquez y Birkin con gracia y soltura, pese a que sea su primera película.

     Amelia (Amelia de la Torre): hermana de Agustín. Parece una mujer sacada del museo de cera. Egoísta, intenta manejar a su hermano como quiere. Gran actriz que redondea la película suponiendo para Don Agustín un corsé moral rígido que se tendrá que ir quitando poco a poco.
     
     Vecino de abajo de Inés (Agustín González): No sería uno de los personajes principales si analizamos la película objetivamente, pero como es un actor al que le he tenido siempre cariño lo incluyo en el elenco de principales. Qué vamos a decir de este actor, pues que es creíble que es lo  más importante, sobre todo cuando se enfada porque le han caído las braguitas de la vecina a su tendedero del patio de vecinos. 

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          Alguna vez escuché que a López Vázquez lo quería contratar George Cukor para llevárselo a Hollywood, y no me extraña. Los primeros minutos de la película nos parecen llevar al mundillo ese del destape y del guión fácil, todo como muy evidente. Nada que ver. Se nota la mano de Rafael Azcona como coguionista junto a Pedro Masó, que es el director.

          Aparte de la trama de la propia película, me ha pasado con ésta como tantas de esos años de los 70/80 españoles: me encanta ver Madrid de esos años, cómo va vestida le gente, los coches. Hay una escena que nos enseña a unos chicos jugando al fútbol en el patio, parece un partido de cincuenta contra cincuenta, que es como han sido siempre los partidillos en el colegio, una multitud de chavales detrás de una pelota. Tiene un color nostálgico. Aunque ahora que lo pienso toda la película está bañada en un color amarillento y nostálgico, con esa música que se mueve entre un inocente erotismo y una tristeza crepuscular.

          La película es una consecución de acertadas escenas de humor, con toques sentimentales (el niño se va encariñando poco a poco de don Agustín) y el erotismo, muy elegante, de la belleza huidiza y arrolladora de Jane Birkin.
          No sabría elegir una escena: cuando pilla don Agustín a Paquito fumando en el baño y escribiendo en la pared con un rotulador negro, que luego borra con la escobilla; cuando va a buscar don Agustín a Inés a la tienda, para hablar con ella, y justo en ese momento hay una mujer cambiándose de camisa (la cara de López Vázquez es un delirio); las escenas de los hermanos Agustín y Amelia, en el Bingo, en la casa, en la marisquería; tienen algo de verdad y a la vez algo teatral muy atrayente.
          Y para no desvelar nada, diré que me parece un final muy bien elegido. No puedo saber si tardaron mucho o poco en decidir el desenlace, pero considero que es un trabajo de guión acertado, fino, lejos de lo que llaman los sabelotodos "españolada". No me lo esperaba, y sí quiero apuntar que los primeros planos de Jane Birkin en ese final son literatura, pasión, es ver algo hermosísimo que se escapa de las manos.