Hacía mucho tiempo que no me tenía una película pegado a la pantalla ciento doce minutos, bendito Matthew McConaughey (Ron Woodroof en la peli). La verosimilitud de una película es todo; recordaba yo las sabias palabras de José Sacritán cuando hablaba de su oficio en la Fundación Juan March, y el porqué de la gente para meterse a ver un teatro, es decir, pagar su entrada y perder dos horas de su tiempo en ver un teatro. Y apelaba a que esas personas sentadas en su butaca estaban creyendo que el que salía a escena dejaba de ser ciudadano Sacristán para convertirse en otra persona, en un personaje, que debía intentar rozar el milagro de la creación, de Ser otro.
Recuerdo las noticias sobre la pérdida de peso de McConaughey para encarnar a Woodroof, la verdad es que es impresionante verlo. Pero no basta con quitarse peso, ahí vemos una interpretación muy buena... transmite perfectamente la desesperación, y esa mezcla entre la extrema fragilidad de un hombre profundamente enfermo y el nervio restallante del que llega al límite cuando ve la vela quemarse por los dos extremos a mucha velocidad.
Escenas impagables: (si usted, amabilísimo lector, no digo desocupado porque sin juramento me podrá creer, no quiero equipararme con Cervantes... como decía, lector, si no ha visto la película, hay muchas más pero yo sólo traigo dos) Escenas impagables, decíamos: cuando están en el supermercado Ron Woodroof (McConaughey) y su socio Ryon (Jared Leto), y se encuentran a un ex-amigo de Ron (lo dejan de lado sus antiguos amigos cuando se enteran que tiene sida). Cuando ve el ex-amigo con quién va Ron se empieza a reír... entonces Ron presenta a ambos, y Ryon tiende la mano al ex-amigo, pero éste se ríe y se da la vuelta. Entonces Ron le coge por la espalda, con un brazo en el cuello y el otro se lo inmoviliza, dejándole una mano libre, "¡dale la mano!" le grita Ron... el ex-amigo se la da de mala gana a Ryon.
Otra escena brutal es cuando la doctora Eve (Jennifer Garner), se quita la venda de los ojos, e intenta colgar el cuadro de las flores de texas, pintado por la madre de Ron (éste se lo ha regalado en una cena que tienen). Cuando está intentando clavar un clavo en la pared, se da en un dedo, y es le chispa que hace explotar lo que venía reconcomiéndole todo el tiempo, la inutilidad de los tratamientos de su hospital y la certeza del engaño de las farmacéuticas... entonces empieza a golpear con rabia la pared con el martillo, y cuando ha dejado tres huecos como disparos de trabuco, cuelga de cualquier manera el cuadro, acaba de comenzar su mirar las cosas como son, y no como se plantean en su centro de trabajo.
Esa entrega de dos estatuillas a McConaughey (mejor actor) y Leto (mejor actor secundario) son merecidas.
Peliculón, un aplauso.
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