sábado, 27 de febrero de 2016

CABALLO DE PICA (TVE, 1974)

          Caballo de pica forma parte de una "serie dramática dedicada a la difusión de relatos de notable valor literario, pertenecientes a la literatura española y universal", según explica la propia página de Televisión Española.
http://www.rtve.es/alacarta/videos/cuentos-y-leyendas/

          El mediometraje al que nos referimos, Caballo de pica, está basado en un relato de Ignacio Aldecoa, editado en 1961 por la editorial Taurus.



Se puede ver aquí el telefilm:
http://www.rtve.es/alacarta/videos/cuentos-y-leyendas/cuentos-leyendas-caballo-pica/3377399/

          El protagonista es un torero retirado de los ruedos, Pepe el Trepa , pobre, y que tampoco se puede permitir dignidad, él que tan altivo aparenta con una copa de fino en la mano. Manuel Zarzo  interpreta, domina, el papel, metiéndonos en la taberna de azulejos castizos (nos recordará a la serie Juncal que más tarde realizará con Paco Rabal), en la España de José Gutiérrez-Solana, en la ruindad que mira el perro de Goya cuando se asoma a nuestra alma en las Pinturas Negras, el mismo mirar de los ojos del torero saliendo de la plaza, después de una tarde de fracaso en el albero, y se encuentra con el sacrificio de un caballo de pica que ya no sirve, "contigo no me hace ninguna gracia" le dice el dueño al caballo que lo sujeta en suelo, en una escena llena de patetismo, mientras Pepe El Trepa se queda mirando la escena, mirándose a sí mismo en ese caballo al que van a descabellar, "ya no sirves para nada", continúa el hombre que ya prepara el cuchillo, "cuando un caballo viene a parar a la pica por algo será, digo yo", frase a mitad de camino entre la broma y la tragedia, tan sencilla, tan trascendental, tan mirar al vacío, que encierra toda la filosofía del relato y de la película; "y cuanto antes aviemos mejor", el hombre pone un oscuro énfasis en ese mejor, y vemos la escena que explica el título: un brazo armado de un cuchillo, que se hunde en la nuca del caballo. A continuación, la tela que cubría los ojos del caballo, se dobla y deja al descubierto la mirada de incomprensión, de auxilio, de un único ojo, que pugna por abrirse por última vez ; ahí sentimos el sobrecogimiento que nos quiere hacer llegar Aldecoa (y que el director consigue) y la contradicción que hay entre el término taurino "caballo de pica", caballo del picador; y por el contrario la escena del triste descabello del animal que han sujetado contra el suelo.

          Me ha recordado este telefilm a la película Calle Mayor, no por el tema, sino por la carcajada negra que resuena en todo el tiempo por detrás de las imágenes, hasta que se hace evidente en el grupo ese de españoles, que en ambas películas ríen abriendo mucho la boca, enseñando todos los dientes, cuando ven la desgracia, y desde nuestro sillón, nos movemos incómodos porque no nos gusta vernos así, tan desnudos, con tanta desgraciada verdad, en un espejo, y entonces pensamos que todos somos el caballo de pica de Aldecoa, cuando le dice el bruto del amo "cuando un caballo viene a parar a la pica por algo será, digo yo". Así de triste y de fácil. Hoy que somos tan modernos, despojados de toda esa tecnología y todo ese plástico que nos rodea y nos disfraza, qué cerca estamos de ese grupo de hombres atolondrados por el alcohol, enseñando los dientes cuando ven a alguien caer.


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