Yo no he visto ninguna
película que me lleve más rápido a esos primeros momentos del Renacimiento, con la Edad Media todavía pisando los talones. Un historiador se puede reír
ante estas palabras, claro. Pero quiero que ese historiador, el que se ríe, me
diga una película, documental o serie televisiva que me lleve de forma más
veraz. A lo mejor el que me río soy yo. Porque vamos a ver: uno está harto de
tantas buenas palabras, tantas expectativas ante películas históricas, y luego
sólo hay un puñado en las que de verdad parezca que “estés allí”.
Es inevitable pensar en
el cuadro de Brueghel, “El vino en la fiesta de San Martín”, cuando la escoria
engañada por Arnolfini gana el castillo, los títeres andrajosos, lo más bajo de
la sociedad medieval, y aparece rodando un barril gigante por las calles de la
ciudadela. Todos van bailando alrededor de la gran cuba, con los ojos
desorbitados, violentos, sin un mañana.
No sé si alguien
asesoró a los que realizaron la película, si se reunieron con doctorados en
Historia; o si, por el contrario, es una visión intuitiva: las putas a pie de
batalla desahogando a la rufianesca, el sacerdote con una espada tras bendecir
a los fieles, la mirada del deber del capitán Hawkwood, tan parecida, tan
parecido a ese otro capitán de Lepanto que posa en el Prado, de Tintoretto, de un
deber que pesa en esos ojos viejos.
Almirante veneciano (Tintoretto)
https://www.museodelprado.es/coleccion/galeria-on-line/galeria-on-line/obra/almirante-veneciano/
Y la sorpresa viene
después, cuando bajo la lluvia y el barro surge un milagroso San Martín de
madera policromada… no pueden ser casuales las dos imágenes, la de la fiesta
del barril tras la batalla, y ahora el santo. Es el propio soldado Martín quien
explica la leyenda del santo, que con su propia espada rasga sus ropas para
dárselas a un mendigo.
No es sólo barbarie,
tenemos a la figura renacentista representada en el hijo de Arnolfini, inventor
de “la máquina de guerra” del barril viajero de pólvora, estudioso de Da Vinci.
Y tenemos también la
parte romanticista y legendaria, de la princesa, los grabados pequeños coloreados en los colgantes,
la mandrágora de los ahorcados.
Seguro que es más una
película de aventuras que de Historia, pero sigo pensando que es la película
que más cerca me ha llevado allí, al oeste de Europa, en 1501.
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