domingo, 6 de enero de 2013

ZÓBEL TRADUCE A GOYA

         

          Hemos venido a ver los Disparates de Goya al museo de arte abstracto, y lo que me trae aquí, a estas postales recién compradas pues no tengo libreta, moleskine ni cuadernillo que quite el mono de escribir no son propiamente los grabados de Goya.
          Las postales recién adquiridas no tienen como fin ningún buzón de amigo ni familiar, en principio, sólo son para escribir. Son las dos idénticas, para que no me pensase dos veces escribir detrás de ellas, para que las pudiera maltratar y doblarlas en dos por facilitar la escritura en el aire, sin más apoyo que mi mano izquierda. En la mitad inferior un grabado de Cuenca antigua, antes de que se hundiera la torre de la catedral, sobre magenta, en la parte superior la palabra Cuenca en mayúsculas y jugando como jugaba el equipo Crónica con la tipografía, huecas palabras y grises los bordes, entre el título y  el grabado de Cuenca antigua Museo de Arte Abstracto español, con su símbolo, circunferencia encuadrada en cuadrado, la circunferencia radiada de ojos, múltpiles ojos para múltiples visiones del arte.
          Lo que me trae aquí, a la parte en blanco de las postales es un boceto, dibujo, reinterpretación, aproximación que Zobel hace de Goya, imitando a la manera de Bacon un cuadro del aragonés, no un grabado: el cuadro de Leocadia Zorrilla; intenta ser una radiografía pero no violenta, o no con toda la violencia de Francis Bacon sino como un fogonazo, ha dejado el espacio donde debía ir el rostro en blanco, no está esa mirada dura al vacío, extraviada, un punto melancólica, sobre todo hueca, ciega, como son la mayor parte de las víctimas de los disparates que después he visto. No busca Zóbel la esencia de Goya por ahí, vuelca la interpretación de la verdad de Goya en su vestido negro, y en la zona de la derecha del cuadro, donde se apoya Leocadia. En el cuadro de Goya es una masa marrón, una roca donde se apoya totalmente la mujer, pero donde no hay nada más que eso, una masa informe. Zóbel hace esa zona buscando la esencia oscura que nos transmite Goya, jugando con trazos que pugnan por ser más que una mancha, lo que descarta evitando el rostro del personaje nos lo muestra, nos lo traduce de Goya en esos negros y grises.
          A los pies del acrílico unas palabras de Zóbel, escritas en la misma hoja del cuaderno al que pertenece: "como en tantas otras ocasiones, pero más claramente que en ninguna, el eje, el protagonista del cuadro es el vacío". Ese vacío, se convirtió en un grito ciego en el cuadro de El perro, pues es muy parecido lo que pinta en la zona donde se apoya la mujer, con la zona donde el perro busca sin ver.

         

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