Todo habría ocurrido tal como aquí se expone si algún banco o una feliz institución poderosa se hubiera hecho cargo de los costes. Pero se nos quedó en esto.
El director de cortos estaba seco. Pasaron aquellos tiempos donde le venían ideas en cualquier bar, delante de un ejército de botellines vacíos, salvo el último que le había servido el camarero de mandil sucio, oídos atentos y palabra escasa pero suficiente.
Bastaba eso y poco más para empezar un martes a grabar en cualquier sitio con unos cuantos conocidos que hacían de actores y actrices. Muchos cortos caídos del cielo. Entre otros, títulos como: Vecinos irredentos, El calumniador, Sueños del trote mañanero, Soldados de plomo y sangre...
Había quedado mal con todos los actores menos uno. De él se acordó aquella tarde con color de noche, cuando levantó la vista del papel amarillento al cielo de Madrid en la feria del libro de otoño.
Llegó después de comer a las casetas que poblaban el Paseo de Recoletos. Serían las cuatro de la tarde. Quince minutos más tarde, cuando aún se encontraba emboscado en la primera caseta que había abordado, le llegó un mensaje al móvil: "no puedo ir, tío. lo siento, ya hablaremos". Bah, dijo el dircetor en voz baja, si esto es como el que se va a la piscina cubierta a nadar. Se miran libros solitariamente.
Se dijo eso, pero pensó otra cosa. Le jodió bastante. Y se quedó un poco bloqueado. Como absurdo entre tantos libros solo. Como en un mar de libros. En un océano de paginas.
¿Qué hago?¿Me voy a mi casa?... y así estaba, con la mirada perdida, atolondrado y pensando en marcharse a su casa, cuando cogió, un poco a lo tonto, un poco al azar un libro de tapas azul marino; gastadas, pero todavía dignas y resistentes al tiempo. O es que precisamente el tiempo las había vuelto dignas, porque estaba bien hecho aquel trabajo. Y también a lo tonto se puso a ojear aquellas páginas, cuando abrió el libro. Y el verbo ojear se trocó en hojear cuando de repente cogió al vuelo una palabra que por allí andaba.
No hay comentarios:
Publicar un comentario