domingo, 19 de agosto de 2012

LOS ESCRITORES Y SU PRIMER LIBRO


          He echado de menos la participación de más escritores que yo hubiese conocido en el artículo publicado en Babelia, suplemento cultural de El País, pero eso es más culpa mía que de la periodista que lo realiza, Leila Guerrero, por no leer prácticamente nada recién salido o publicado, ya sea best seller o pequeña publicación, es decir, cualquier tipo, que no es mi intención suponer a unas mejores que otras sin conocerlas.

          Se propone en el artículo el azar, el tesón, la picardía o la ingenuidad como condiciones, cualidades, elementos que se dan para que un autor sea publicado o no.
          Antonio Muñoz Molina, uno de los pocos autores de los cuales me he leído algún libro de los que aparecen en este artículo, dice: "Cuando le envié (a Pere Gimferrer) la novela que estaba escribiendo y me dijo que la quería editar, fue la alegría de mi vida"; y eso se repite en muchos de los autores que cuentan su experiencia primeriza en la edición del libro, el que una persona-enlace con la editorial lee algo suyo y le gusta o no le gusta, y a partir de ahí tendrá libro o caerá en el olvido; "y le doy muchas vueltas - continúa Muñoz Molina- a qué hubiera pasado si yo no publicaba aquel primer libro, si Gimferrer no iba a Granada", es muy sincero aquí el escritor jiennense, y mi impresión sobre sus palabras me recuerda a lo que nos quería transmitir Woody Allen en Match Point, la suerte y su importancia en hechos que podrían ser trascendentes en nuestra vida.
          Sin embargo cuenta Lolita Bosch: "empecé a recibir rechazos de todas (las editoriales a las que mandaba sus novelas). Debo tener 50 (se supone que se refiere a 50 rechazos). Pero yo pensaba que era un proceso natural"; y yo estoy de acuerdo con Lolita Bosch. Creo que el proceso natural es intentarlo tantas veces como te digan no en las distintas editoriales. La mayoría de autores imagino que tendrán que luchar bastante para darse a conocer, para que le den el visto bueno por una novela o unos cuentos en una editorial, aunque está claro que habrá casos que será escribir algo y besar el santo, en el caso de Muñoz Molina no me extraña porque escribe muy bien, Plenilunio, Los misterios de Madrid o La vida por delante son libros muy distintos, pero donde se ve al gran creador que hay detrás y además una persona que maneja el lenguaje con una soltura, una contundencia y a la vez una sutileza que envidio cochinamente, así es.

          Concluyo la entrada del blog con Marcelo Figueras, escritor argentino: "pensar que cuando publicás un primer libro te transformás en escritor es lo mismo que pensar que cuando sos padre por primera vez te transformás en padre. Es algo que vas a tener que demostrarte a vos mismo todos los días", y es que ahí está la clave, puedes engañar una vez o dos pero al final no te puedes engañar a ti mismo, y creo sinceramente que el hecho de escribir es o debe ser un acto de necesidad (¿necesidad de qué?, de escribir), aun en los pasos de la corrección o documentación de una novela o un cuento o lo que sea; hoy después de lo poco que he leído y de lo mucho que me queda por leer creo que sé diferenciar cuándo un autor escribe por necesidad y con honestidad y cuándo no, y cuando se nota, sintiéndolo mucho y por mucho que le haya gustado a un editor, cierro el libro, y un lector habitual sabe cuando cierra un libro porque no está en el momento para embarcarse en esa lectura y la volverá a retomar (cuando el estado de ánimo te abra la puerta del libro) y cuándo cierra un libro que desgraciadamente sabe que no volverá a abrir.
         
    
         

domingo, 5 de agosto de 2012

EL MAESTRO DE ESCUELA Y AQUEL NIÑO (Manuel Vicent)

     
          Un domingo se distingue del resto de días de la semana, sobre todo, porque uno empieza a leer el periódico por el final, por la columna de Manuel Vicent. Además de vez en cuando a este escritor mediterráneo le dejan la hoja entera para hacer artículos más largos, como es el caso del que me ocupo ahora en escribir, EL MAESTRO DE ESCUELA Y AQUEL NIÑO, encuadrado en una serie de artículos bajo un enfoque superior llamado Días Felices.

          "Sin usted, sin la mano afectuosa que tendió al niño pobre que era yo, no hubiera sucedido nada de esto... sus esfuerzos, el corazón generoso que usted puso en ello, continuarán siempre vivos en uno de aquellos escolares, que pese a los años no ha dejado de ser su alumno agradecido", decía en una carta de agradecimiento Albert Camus a su maestro de escuela primaria, el señor Germain, con motivo del Premio Nobel que recicibió el escritor; asimismo, su antiguo maestro contestaba, "creo conocer bien al simpático hombrecillo que eras. El placer de estar en clase resplandecía en toda tu persona. El éxito no se te ha subido a la cabeza. Sigues siendo el mismo Camus".

          "En cualquier tiempo, en cualquier lugar hubo un maestro de escuela que un día puso la mano en el hombro de ese niño e hizo todo lo posible para que su talento no se desperdiciara", sencillas palabras de MV, fundamentales palabras para creer en nosotros mismos, en que más allá de Rajoys incompetentes y Zapateros iluminados, existe una ciudadanía que debe pensar por ella misma y no lo que dicte la secta. Me hacen la misma gracia los que defendían a Zapatero cuando se veía que no era capaz de llevar ni medianamente un país, y los que ahora defienden a Rajoy encantados con el cuento chino de que lo hace porque tiene que hacerlo. ¿Es que tenemos que seguir una ideología a tal extemo de no saber ver ni pensar por nosotros mismos? Ay país.
          Gracias de nuevo a Vicent por este artículo tan estimulante para la gente que nos dedicamos a la enseñanza y que sabemos básica para el desarrollo de las personas que luego serán las que habiten, gobiernen, vivan los lugares.