domingo, 3 de junio de 2012
REINICIAR MÁS TARDE (ANDRÉS TRAPIELLO EN LA BNE)
17 de mayo de 2012, BNE.
Un hombre solo.
Una sala con unos cuantos románticos y luego gentes que van a estas cosas por ir.
Lo que más llama la atención del salón de conferencias de la BNE es la absoluta comodidad de las butacas. Nunca he estado en un teatro, paraninfo, auditorio, etcétera, con unos asientos de los que cueste tanto levantarse e irse, como hicieron dos personas con pinta de que iban a las conferencias de A.T. como hubiesen ido a la del doctor Dukan o a cualquiera para luego decir delante de sus amigos "estuve allí". Como palmera, pero estuve allí.
No sé si se enfadó A.T. porque no estuviera la persona que lo invitó a este ciclo de El libro como universo, pero parecía. Tampoco parecía hacerle gracia que le estuvieran metiendo prisa para que terminara. No sé si tuvo algo que ver esto que luego no hubiera preguntas de los espectadores a A.T. pero la chica que venía tan dispuesta con el micrófono se quedó con una cara... seguro que no ha leído ningún libro del Salón de pasos perdidos.
Me equivocaré tal vez con esto que cuento, pero es lo que me parece a mí que pasó. Era como estar delante de un episodio del Gato encerrado, o de El tejado de vidrio... algo así... y claro, disfruté.
Yo no sé si de las 100 (tal vez más) personas que estábamos allí, se dio cuenta alguien de lo difícil que es preparar una conferencia como aquella. Empezó a las 19.10 más o menos, tras la breve presentación a A.T. de una mujer que no sé quien es. Y terminó cerca de las 21.00...
Hoy en día que con ordenador, televisión, móvil... estamos ante el pajareo de hiperactividad vacía constante, y la no profundización en nada, me gustó ver "una clase" en tipografía y amor al papel y el libro.
Después de leer los cuatro primeros volúmenes de la Novela en Marcha (Salón de pasos perdidos) entiendes bastante los gestos del escritor.
No percibí odio, ni rencor, ni siquiera ironía en el comentario que hizo sobre la cantidad de tipos de letra que existen hoy en el mundo informatizado, y de la posibilidad de convertirnos cada uno de nosotros en editor.Y me extraña que no sienta nada de eso, cuando uno ha leído todos los esfuerzos, incomodidades y sí, también, romanticismo en su tareas de impresor. Tal vez es que a mí en su lugar sí me diera un poco de risa la revolución tecnológica y la democratización del elegir la tipografía de un escrito. No porque eso sea malo, sino porque quién sabe las horas que le ha dedicado AT al trabajo artesanal del papel, a indagar en las distintas tipografías de épocas anteriores.
La principal idea de la conferencia, y sin la que todo lo demás es anécdota, fue una aseveración que hizo Juan Ramón Jiménez, que nos trasladó AT en la charla y que creo haber leído en algún volumen de La novela en marcha, grosso modo: un libro en distintos formatos se convierte en lecturas distintas. Sé que no es tal cual, pero a mí me parece que está claro. Tuve un presentimiento de estas palabras antes de conocer a AT. Fue hace unos 12 años. Compré España Invertebrada y La Redención de las provincias de Ortega, unidas ambas obras en una edición de antes de la Guerra Civil (no tengo aquí el ejemplar y por tanto no sé el año). Nunca había tenido un libro viejo o antiguo en mis manos. O por lo menos no los había valorado antes. Leí el libro. Me gustó algo ese olor, ese tacto, incluso las pequeñas manchas. Me gustaba pero no sabía explicar por qué. Hasta que llegué a una conocida tienda gigantesca en el centro de Madrid donde más libros compraba anteriormente a el hallazgo orteguiano. Vi una de las dos partes del libro en una edición moderna, y ahí comprendí todo. ¿Me hizo falta la conferencia para entender todo esto mejor?... No lo sé, tal vez es no sentirte solo en ese amor un poco enfermizo por el papel y "los papeles viejos".
Cuando se terminó el acto me hubiese gustado acercarme y decirle algo. Pero me quedé sentado, pensativo, mirándole. Tras la charla algo se había roto, se veía en su actitud. La pasión saltó del papel a la realidad, donde es menos pasión, pues la realidad "defrauda de tal manera" como diría J. Sabina...
No, la visión romántica de las cosas es desde una distancia. No hacía falta acercarme para constatar que donde más cerca está uno de la verdad de un escritor como AT es lejos, en sus páginas del salón de palacio venido a menos, antiguo, olvidado de todos y de todo.
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