"Cuando leer en digital sea más
cómodo que el libro, éste desaparecerá, y quedará como un vestigio
estético para una secta de lectores que se reconocerán con una mirada
por la calle" Manuel Vicent, 2012
Ya he visto las nuevas pantallas, hay una de ellas que tiene: pantalla avanzada de tinta electrónica E Ink, se lee como una página tradicional, sin reflejos, incluso a plena luz del sol, lleva tu biblioteca a todas partes: puede contener hasta 1.400 libros, descarga libros en 60 segundos de manera inalámbrica gracias al wifi integrado, más ligero que un libro de bolsillo, sólo pesa 170 gramos, batería de hasta un mes de duración...
SE LEE COMO UNA PÁGINA TRADICIONAL: ¿quién se cree esto? ¿Qué será una página tradicional para la gente que hace la publicidad de los nuevos formatos de contenedores de libros electrónicos?
PUEDE CONTENER HASTA 1.400 LIBROS: una vez más se delatan con su misma publicidad, en este caso nada engañosa, porque precisamente eso son estos aparatos: contenedores de libros. ¿Quién va a leer 1.400 libros? por Dios, quien compre ese aparato por esta propaganda no ha disfrutado nunca realmente con la Lectura. Esa inicial mayúscula no es para pontificar la lectura, es para defender el libro usado una tarde de verano, cuando uno está en chanclas en su sitio favorito de la casa, con una botella de agua al lado, las gafas bien puestas y se olvida de sí mismo durante dos horas seguidas.
BATERÍA DE HASTA UN MES DE DURACIÓN: me imagino a esa persona que se va de vacaciones con su libro electrónico, se le olvida cargar el aparato, no se lleva los bártulos para poder cargarlo, y de repente ¡catrástofe en el hotel!, se oye un grito de pavor por todo el pasillo lleno de turistas. ¡No podrá leer el lector de libro electrónico 1.400 libros en la playa! Diez minutos más tarde estará en el quiosquillo más cercano comprándose uno de esos libros, de papel, ediciones que sacó hace siete años EL PAIS o EL MUNDO, de grandes obras de la literatura universal.
Vi una película hace poco donde dos personajes de la misma estaban en un restaurante peculiar, viejo y anticuado para nuestros días de hoy. Sobre todo porque para llegar al teléfono, que era rojo, había que subir unas escaleras en curva, y el teléfono estaba en una especie de garita azul celeste. Eso era lo que Manuel Vicent llama un vestigio estético. De eso hemos pasado a los adefesios estéticos, más rápidos, más modernos, más asépticos y más aburridos.
jueves, 14 de junio de 2012
domingo, 10 de junio de 2012
"Y VOY A PEDIR 50.000 MILLONES...
Para una autopista. Mi autopista preferida".
El título de esta entrada junto al texto de más arriba en negrita, todo entrecomillado, es parte de una canción.
Hoy, recién hoy, un país, un estado, un grupo de reinos de taifas, un multiconjunto de naciones plurinacionales... hoy, recién hoy, este país ha sido ayudado, subvencionado, acreditado, rescatado (oh no), por... la verdad es que me da miedo escribir Europa, el eurogrupo o Bambia... i don't know.
Un hombre, un músico, el último bohemio del milenio escribiría allá por los defraudadores años 2000 (defraudadores sobre todo porque no hubo parón tecnológico, más que porque no pudiésemos superar nuestras diferencias con los extraterrestres de papel de plata y cartón de las películas de los años agoreros '50 y '60 del siglo pasado). Escribió ese músico que "Están buscando al responsable para que hable...". Parecía ver a un ministro económico, hoy año 2012, con la corbata acariciando unos huevos, demasiados pasados por agua podrida.
NO ES UN RESCATE. Pero para esto no hace falta ni traje, ni corbata, ni micrófono, ni confianza de los mercados, ni seriedad estudiada. Sabemos (sabemos) que no nos rescata nadie.
El título de esta entrada junto al texto de más arriba en negrita, todo entrecomillado, es parte de una canción.
Hoy, recién hoy, un país, un estado, un grupo de reinos de taifas, un multiconjunto de naciones plurinacionales... hoy, recién hoy, este país ha sido ayudado, subvencionado, acreditado, rescatado (oh no), por... la verdad es que me da miedo escribir Europa, el eurogrupo o Bambia... i don't know.
Un hombre, un músico, el último bohemio del milenio escribiría allá por los defraudadores años 2000 (defraudadores sobre todo porque no hubo parón tecnológico, más que porque no pudiésemos superar nuestras diferencias con los extraterrestres de papel de plata y cartón de las películas de los años agoreros '50 y '60 del siglo pasado). Escribió ese músico que "Están buscando al responsable para que hable...". Parecía ver a un ministro económico, hoy año 2012, con la corbata acariciando unos huevos, demasiados pasados por agua podrida.
NO ES UN RESCATE. Pero para esto no hace falta ni traje, ni corbata, ni micrófono, ni confianza de los mercados, ni seriedad estudiada. Sabemos (sabemos) que no nos rescata nadie.
domingo, 3 de junio de 2012
REINICIAR MÁS TARDE (ANDRÉS TRAPIELLO EN LA BNE)
17 de mayo de 2012, BNE.
Un hombre solo.
Una sala con unos cuantos románticos y luego gentes que van a estas cosas por ir.
Lo que más llama la atención del salón de conferencias de la BNE es la absoluta comodidad de las butacas. Nunca he estado en un teatro, paraninfo, auditorio, etcétera, con unos asientos de los que cueste tanto levantarse e irse, como hicieron dos personas con pinta de que iban a las conferencias de A.T. como hubiesen ido a la del doctor Dukan o a cualquiera para luego decir delante de sus amigos "estuve allí". Como palmera, pero estuve allí.
No sé si se enfadó A.T. porque no estuviera la persona que lo invitó a este ciclo de El libro como universo, pero parecía. Tampoco parecía hacerle gracia que le estuvieran metiendo prisa para que terminara. No sé si tuvo algo que ver esto que luego no hubiera preguntas de los espectadores a A.T. pero la chica que venía tan dispuesta con el micrófono se quedó con una cara... seguro que no ha leído ningún libro del Salón de pasos perdidos.
Me equivocaré tal vez con esto que cuento, pero es lo que me parece a mí que pasó. Era como estar delante de un episodio del Gato encerrado, o de El tejado de vidrio... algo así... y claro, disfruté.
Yo no sé si de las 100 (tal vez más) personas que estábamos allí, se dio cuenta alguien de lo difícil que es preparar una conferencia como aquella. Empezó a las 19.10 más o menos, tras la breve presentación a A.T. de una mujer que no sé quien es. Y terminó cerca de las 21.00...
Hoy en día que con ordenador, televisión, móvil... estamos ante el pajareo de hiperactividad vacía constante, y la no profundización en nada, me gustó ver "una clase" en tipografía y amor al papel y el libro.
Después de leer los cuatro primeros volúmenes de la Novela en Marcha (Salón de pasos perdidos) entiendes bastante los gestos del escritor.
No percibí odio, ni rencor, ni siquiera ironía en el comentario que hizo sobre la cantidad de tipos de letra que existen hoy en el mundo informatizado, y de la posibilidad de convertirnos cada uno de nosotros en editor.Y me extraña que no sienta nada de eso, cuando uno ha leído todos los esfuerzos, incomodidades y sí, también, romanticismo en su tareas de impresor. Tal vez es que a mí en su lugar sí me diera un poco de risa la revolución tecnológica y la democratización del elegir la tipografía de un escrito. No porque eso sea malo, sino porque quién sabe las horas que le ha dedicado AT al trabajo artesanal del papel, a indagar en las distintas tipografías de épocas anteriores.
La principal idea de la conferencia, y sin la que todo lo demás es anécdota, fue una aseveración que hizo Juan Ramón Jiménez, que nos trasladó AT en la charla y que creo haber leído en algún volumen de La novela en marcha, grosso modo: un libro en distintos formatos se convierte en lecturas distintas. Sé que no es tal cual, pero a mí me parece que está claro. Tuve un presentimiento de estas palabras antes de conocer a AT. Fue hace unos 12 años. Compré España Invertebrada y La Redención de las provincias de Ortega, unidas ambas obras en una edición de antes de la Guerra Civil (no tengo aquí el ejemplar y por tanto no sé el año). Nunca había tenido un libro viejo o antiguo en mis manos. O por lo menos no los había valorado antes. Leí el libro. Me gustó algo ese olor, ese tacto, incluso las pequeñas manchas. Me gustaba pero no sabía explicar por qué. Hasta que llegué a una conocida tienda gigantesca en el centro de Madrid donde más libros compraba anteriormente a el hallazgo orteguiano. Vi una de las dos partes del libro en una edición moderna, y ahí comprendí todo. ¿Me hizo falta la conferencia para entender todo esto mejor?... No lo sé, tal vez es no sentirte solo en ese amor un poco enfermizo por el papel y "los papeles viejos".
Cuando se terminó el acto me hubiese gustado acercarme y decirle algo. Pero me quedé sentado, pensativo, mirándole. Tras la charla algo se había roto, se veía en su actitud. La pasión saltó del papel a la realidad, donde es menos pasión, pues la realidad "defrauda de tal manera" como diría J. Sabina...
No, la visión romántica de las cosas es desde una distancia. No hacía falta acercarme para constatar que donde más cerca está uno de la verdad de un escritor como AT es lejos, en sus páginas del salón de palacio venido a menos, antiguo, olvidado de todos y de todo.
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