Hemos llegado a la hemoglobina de la saturación. Esto no hay quien lo aguante.
Empezando por el domingo: todas las radios violan la tranquilidad del coche, el día previo a la vuelta al trabajo semanal. Descontando radio clásica, radio 3 y alguna radio musical, todas las demás son un revoltijo de frases hechas, heroísmos de cartón piedra y mucho negocio al habla y, sí, también subterráneo, como las ratas.
Es mejor ver a "tu" equipo o levantarte a las 6 de la mañana a seguir al simpático Fernando Alonso que saber qué pasa en la vida. Y no me refiero a leerte el Financial Times, ni siquiera el País. Es otra cosa. Otra cosa que si no sabes cuál es, tú, sí tú también, eres esclavo de pelotas.
Viendo a los jugadores del Real Madrid en la fuente de la diosa Cibeles me recordaban más a cualquier cosa que a un equipo de fútbol. Se parecían más a un grupo de jóvenes que se van de vacaciones a Punta Cana, y cuando llegan allí se creen los "putos amos". También era curioso ver la plataforma a poca altura del suelo que montaron en el Bernabeu, parecían desconocerse entre ellos, como cuando entras en la discoteca veraniega y la euforia te hace sentir amigo de todo el mundo. Gran engaño.
El Barça no es distinto. Sí en el exterior, las formas. Pero la filosofía es la misma. Con su Masía y todo. El Madrid se cree la hostia porque es el Madrid, ya está. Y el Barça tiene el componente glamouroso nacionalista. Todo el que va cae en la red. Pero por favor, perdónennos, cómo va a leer un libro de Historia un jugador de fútbol (que me perdonen todos aquellos futbolistas de primera división que sepan quien es Ramiro II de Aragón). Todos caen en el mismo camelo.
Luego están el Atleti, el Valencia, el Zaragoza... equipos que quieren ser grandes, ricos, excesivos. Quieren ser como el Madrid y el Barça, y no se dan cuenta de que lo único que tienen que merezca la pena, es precisamente aquello de lo que carecen esos "dos grandes clubes". Lo mejor que tienen es la pasión y el espíritu que no se pudieron, ni se pueden, ni podrán comprar con dinero. Pero luego resulta patético esa envidia infantil al Madrid (sobre todo al Madrid) y al Barça. Decía Séneca que la crueldad nace de la debilidad. Pues eso.
Tal vez la excepción es el Athletic de Bilbao. Jugadores de allí. Quizá no estaría mal que a todos los clubes se les exigiera que un porcentaje mínimo de su plantilla hubiese crecido en su cantera. Un mínimo de amor al equipo se garantizaría, aunque no nazcan en el lugar, cosa secundaria. Pero sí haberse criado en un lugar, jugando al fútbol, para luego defender esos colores, y no los de los billetes.
El fútbol, como deporte es muy divertido, casi de lo que más de todo lo que existe para entretenerte. Pero el fútbol de las teles, las radios... circo romano hoy. Y mañana no habrá ni ruinas venerables.
No hay comentarios:
Publicar un comentario