jueves, 24 de abril de 2014

IMPRENTA DE JUAN DE LA CUESTA, MADRID, UN VIAJE DEL 2014 AL 1605

          Está en la calle Atocha, para uno ha sido invisible hasta hace cuatro días como si dijéramos. En esa calle, que lo único que fue era transición entre la estación de ferrocarril, puerto de España y allá arriba la Plaza Mayor, hay un relieve, una lápida que felizmente da vida más que muerte a Don Quijote y Sancho. 

Lápida en la imprenta de la primera edición de El Quijote
(Lorenzo Collaut Valera, 1905)

          Es el local que ocupaba, en 1605, la imprenta de Juan de la Cuesta. Nos dice el guía que lo único que sobrevive a la época es un trozo de pared en la parte de abajo, un especie de lienzo de muro irregular, como si fuera parte de unos antiguos cimientos de piedra. Casi nada, y suficiente para contentarnos, pensando que por allí pasaron los volúmenes que iban saliendo de una sala cercana, donde se encontraba... la imprenta.
          La sala está restaurada, claro, la imprenta que hay ahora es una réplica, pero cuando el grupo de visitantes íbamos pasando, acercándonos a la máquina, un silencio se iba creando en torno nuestro, como cuando se asoma uno a un acantilado gigante, enorme, hecho de años, y de páginas leídas, agradecidas a nuestro buen Miguel.
          La estructura de una imprenta es muy parecida a la de algunos aparatos que usaba la Inquisición, del potro salían lamentos, de la imprenta papel, tinta y libertad. Los chinos, nos comenta José (el guía) ya se habían adelantado a Gutenberg, pero los tipos móviles es éste el que los crea, digamos que es lo que le hace famoso y le hace pasar a la Historia.
          Entre 1.500 y 1.700 ejemplares salieron de la primera edición de la Primera parte de El Quijote. Posiblemente, continúa el guía, fue una tirada tan amplia, más de lo normal en un autor que todavía no era muy conocido, porque Cervantes fue un gran amigo de Francisco de Robles, librero del rey. Una persona con suficiente dinero para costear la edición y además gracias a él tenemos el libro, pues animó vivamente a Cervantes para que lo escribiera. Se cree que gustó mucho al librero la historia de Alonso y Sancho.
          El proceso en la imprenta, por lo que el guía nos transmitió, debía ser muy laborioso, había cajistas que colocaban los tipos, formando las páginas, dirigidos por el amanuense que es el que sabía leer, otro que era el que prensaba con la barra torneada de madera (nos hizo una demostración real, y nos tendrían que haber hecho una foto por lo embobados que nos quedamos justo cuando prensó el papel, con firmeza pero delicadamente)... Y para diseñar una sola cara de una página, era un trabajo minucioso, quien vaya a la visita lo podrá comprobar, para cuadrar bien las letras, el número de líneas, los detalles, se requería mucha precisión. La primera edición, de la cual hay que se sepan hoy entre 16 y 18 ejemplares, tuvo cientos de errores. Se enmendaron muchos en la Segunda edición.
          Si bien, como queda escrito más arriba, de la época del siglo de oro, la época de Cervantes y Juan de la Cuesta, no queda mucho*, todo lo suplen las lecturas de la obra, para volver y volver siempre que queramos al mundo, universo cervantino, y sus personajes, vivos en la tinta.

Sancho Panza y Don Quijote hablando sobre la Primera Edición.

* Buceando por internet, parece ser que queda algo más de la época, en el edificio de la calle Atocha: 
"Todo lo que queda realmente de la época son dos muros: el que da a la calle de Atocha y otro lateral", explica a EFE el catedrático de la Universidad Complutense de Madrid (UCM) Manuel Fernández Nieto.
Fuente:http://noticias.lainformacion.com/estilo-de-vida-y-tiempo-libre/turismo/lo-que-queda-de-cervantes_67CNEFZGGwhuA9jzHLLyE6/